¿Se te ocurre algo más ridículo que participar en un sorteo de lotería cuando la posibilidad de ganar algo (y no digamos un premio importante) es minúscula? ¡A mí sí! Participar ¡y luego olvidarte de comprobar si te ha tocado! Por lo visto, todas las semanas hay innumerables premios no reclamados. Es mejor ser estúpidamente optimistas que tontamente pesimistas. Hoy vale la pena que te tomes un momento para comprobar si un arranque de salvaje esperanza ha llegado a algo. Una cosa está funcionando mejor de lo que pensabas.