Echar los dientes es una experiencia dolorosa, tanto para el bebé como para sus padres. Pero se trata de un proceso natural y vital. ¿Te imaginas condenar los niños a una vida sin dientes sólo porque queramos ahorrarles las molestias de la dentición? Eso no sería un acto de bondad. Vas camino de un periodo de transición muy parecido. Dentro de poco el cosmos te permitirá emerger ilesa y victoriosa pero, mientras tanto, sólo tienes que aguantar. No confundas una preocupación pasajera con un problema permanente.