“Ojos que no ven, corazón que no siente” y “esconderlo debajo de la alfombra” vienen a significar lo mismo pero tienen diferentes inflexiones. La primera implica un optimismo dinámico: una alegre negativa a dejar que algo nos desanime, mientras que la segunda sugiere cierta voluntad de engañar, ya sea a uno mismo o a los demás. La raíz de la cuestión es que las dos pueden ser peligrosas. Meter la cabeza bajo el ala podría negar la realidad – pero desde luego que no la detendrá. Hoy sé lo suficientemente fuerte como para mirar a la verdad directamente a los ojos.