Supón que mientras estás haciendo un flan de plátano, llaman al teléfono. En tus prisas por contestar, se te cae al suelo un trozo de piel del plátano. Cuando vuelves a la cocina, te resbalas con ella y te pegas un porrazo. Hasta puede que tengas que ir a que te hagan una radiografía. Son cosas que pasan. En cualquier momento puede surgir un problema. Por otro lado, ¡puede que no! Es fácil que seamos excesivamente fantasiosos con nuestros temores. No dejes que una pequeña dificultad crezca de forma desmesurada, cuando hay tantas cosas positivas por ahí.