Los secretos, igual que los peces tropicales, son difíciles de cuidar. Hay que dedicar mucho tiempo a asegurarse de que el entorno sea adecuado. La temperatura tiene que ser la correcta, y hay que echar la cantidad exacta de alimento de una clase específica. Sin embargo, a los secretos no les gusta el agua limpia. Crecen mejor en condiciones más turbias donde pueden ir devorando silenciosamente nuestra conciencia. Mantenerlos requiere un gran esfuerzo por nuestra parte con escasa recompensa. Cuando este fin de semana salga un secreto a la luz, será más un alivio que un problema.