Cuando alguien a quien amamos está disgustado, hacemos cualquier cosa para protegerlo de más dolor y procuramos levantarle el ánimo como sea. Lo que no sepa no puede hacerle daño… ¿o sí? ¿Está bien ocultarle una situación difícil y contarle únicamente lo básico? ¿O alguna que otra vez podemos decir una mentirijilla piadosa? ¿Hay alguna manera de encontrar un punto medio entre hablar y callar, entre la franqueza y el engaño? Lo importante, este fin de semana, es que recuerdes que la honradez es realmente la mejor política.
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