Dicen que “cuando lo sabes, lo sabes”. ¿Pero cómo lo sabes exactamente? ¿Es una sensación en la boca del estómago? ¿O algo tangible que se basa en años de experiencia? En otras palabras, ¿puedes apoyar tu creencia con pruebas basadas en hechos? Si no puedes, no quiere decir que tu teoría no valga. Pero, si estás preparada para depositar tu fe en tus instintos, no hace falta que intentes añadir justificaciones racionalizadas a la mezcla. No le hagas caso a tu intelecto y presta atención a la voz de tu intuición.