Hace poco volví a visitar una ciudad costera en la que pasé muchas de mis vacaciones cuando estaba creciendo. Para mi sorpresa, vi a un hombre al que recordaba de aquellos años. Todas las noches recorre el paseo marítimo en su monopatín, como siempre lo ha hecho. Lo que más me sorprendió es que su técnica no ha cambiado. Al parecer le sigue resultando igual de difícil patinar ahora como le resultaba entonces. Esto me recordó lo fácil que es caer en la rutina y ser ajenos a la posibilidad de mejorar. Hoy puedes dejar atrás un hábito.