Sería estupendo que se aprobara una ley en la que se exigiera que todo el mundo llevara ropa que se ajustase a sus valores éticos y morales. Si se obligase a todos los ciudadanos buenos y amables a llevar ropa a rayas brillantes, sería mucho más fácil localizarlos. Si toda la gente mala tuviera que llevar ropa a lunares, al instante sabríamos con quién estamos hablando, para quién trabajamos y con quién entablamos una relación. ¿Serían los asesores de moda los que juzguen quién viste qué ropa? Hoy no juzgues por las apariencias.