Tendemos a poner nombres y dar personalidades a las ideas abstractas. Las impregnamos de unas características con las que podamos relacionarnos. Por tanto, a la fuerza que creó el cosmos y que proporciona vida y energía a la creación, se le dan diferentes nombres según las distintas culturas. Cada religión tiene su propio nombre para esta entidad suprema. Ni siquiera la gente que no cree en ella consigue ponerse de acuerdo en lo que no cree. Independientemente de cuáles sean tus ideas, pronto tendrás razones para estar agradecida por tu buena fortuna.