En los estadios y pabellones deportivos de todo el mundo, la gente compite para ganar. No importa si se trata de un evento local o de uno nacional, el ambiente puede ser electrizante por el deseo de los aficionados de que sus héroes tengan éxito. La rivalidad es sin duda divertida. Nos estimula, motiva y une. Pero cuando nos dejamos llevar demasiado por ella, puede causar problemas. Es muy fácil olvidarse de que, al fin y al cabo, la vida no es más que un juego. Hoy puedes quitarle presión. Ya has salido victoriosa donde más importa.