El éxito suele actuar como un licor embriagador que se nos sube a la cabeza. Por eso puede ser peligroso. Por otro lado, el fracaso nos afecta como un anestésico y va directo al corazón, causándonos pesar. Por suerte estas dos condiciones se pasan con el tiempo. Pero, aunque la primera parezca la mejor opción, si nos aferramos a nuestros logros como si fueran trofeos, nos volvemos demasiado confiados. La Luna Llena de este mes hace que examines de nuevo los recientes acontecimientos. Es posible transformar una evidente pérdida del pasado en una ganancia valiosa.
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