Hay veces en las que sólo después de haber superado una situación complicada, vemos lo difícil que era. Cuando estamos en medio del problema, nos decimos que podemos con ello. Y desde luego que podemos. Sin embargo, reprimir los sentimientos pasa factura. Podemos acabar echando la culpa a quién no la tiene e incluso acusar a los demás de causarnos el dolor que sentimos. Podemos mostrar nuestro malestar en situaciones que no tienen nada que ver con el problema en cuestión. Estás a punto de comprender lo que está pasando realmente. Esto lo cambiará todo.