No hace falta recordarle al corazón que no deje de latir. El cuerpo está programado para que este esencial proceso funcione sin que haya ninguna aportación consciente por nuestra parte. Francamente, es una gran suerte que sea así. ¡Conozco a muy pocas personas a las que se les podría confiar esa responsabilidad! Tampoco ésta es la única manera en que la naturaleza nos mantiene y vela por nosotros. El deseo de felicidad es también una parte crucial de nuestro instinto de supervivencia. No tienes que obligarte a disfrutar de la vida. Hoy ten fe y haz lo que diga tu corazón.