¿Está nuestra compleja mente programada para sentirse feliz? ¿Hemos sido diseñados para experimentar la alegría? Si es así, ¿por qué nos sentimos tan a menudo frustrados y cuestionados? Tendemos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para llenar el espacio interior desde el que podemos contemplar la naturaleza de nuestra vida y nuestro propósito en este mundo. Pero en ese vacío interior existe la posibilidad de transformar mágicamente nuestra actitud hacia la realidad. Planta en él la semilla de la esperanza y sus raíces serán profundas y sus frutos influirán en toda tu vida.
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