Puesto que parece que nos encanta hacer preguntas, ¿podemos asumir sin temor a equivocarnos que nos encanta escuchar respuestas? ¡Puede que no! De hecho, muchas veces preguntamos sin pararnos a escuchar la respuesta Toda pregunta tiene una respuesta, por muy vaga, imprecisa o potencialmente insatisfactoria que pueda ser. Sin embargo, en lugar de tomar o que es de valor, y decidir trabajar con ello, nos limitamos a seguir preguntando. Peor aún, ¡hasta ignoramos las respuestas sensatas! ¿Podría haber este fin de semana un problema que simplemente deberías aceptar al pie de la letra?