Aunque le explicases a alguien que está sentado contemplando una puesta de sol que lo que causa esta experiencia visual es el giro de la Tierra, te resultaría difícil convencerlo de que el Sol no se pone por la noche y sale al amanecer. Por la noche, nuestra bola de roca giratoria nos aleja de la gran bola de luz y por la mañana nos vuelve a poner frente a ella. De forma parecida, existe la posibilidad de que estés atribuyendo un gran ademán a algo que está lejos. Sin embargo, ¡el cambio está ocurriendo en ti!