Cuando el ejército de Josué tocó sus trompetas al tiempo que desfilaba alrededor de la antigua ciudad de Jericó, sentó un precedente interesante. El efecto fue dramático. Hicieron que las murallas se vinieran abajo. Desde entonces la acción de sitiar al enemigo se ha repetido en innumerables ocasiones y todavía hoy en día, los líderes de protestas se sitúan en el exterior de determinados edificios para hacer saber su desagrado. La mejor manera de quitarte de encima a un enemigo es hacer que sea tu amigo. Hoy puedes ayudar a cierta persona a hacer esto mismo.