No siempre nuestros impulsos nos dicen que actuemos. Por apremiantes que sean las circunstancias, a veces el instinto nos aconseja que nos quedemos quietos, que dejemos las cosas en paz y que veamos los toros desde la barrera todo el tiempo que sea posible. Las elecciones nacidas de la intuición raras veces se manifiestan en decisiones rápidas e inmediatas. Y con frecuencia van disfrazadas de una actitud apática y reacia a hacer algo. Es fácil que, en medio de semejante fuerza, te critiques y creas que si no estás actuando es por miedo. Sin embargo, éste es un mecanismo por el que en breve estarás muy agradecida.
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