Fumar es un hábito peculiar. Nadie disfruta con su primer cigarrillo. De hecho, parece casi incomprensible que alguien pueda cultivar un hábito tan malo – por no mencionar conservarlo durante el resto de su vida. Sin embargo, es fácil meterse en un buen berenjenal. El miedo funciona de forma parecida. Todos odiamos la experiencia. Pero, por alguna razón, no sólo nos metemos en ella, sino que lo hacemos repetidamente – aun cuando sea totalmente innecesario. Tu actual temor está siendo impulsado por un sentimiento de baja autoestima al que puedes renunciar.