Nadie es un triunfador “nato”. Incluso la gente más “competente” tiene que trabajar para superar su miedo al fracaso. Es fácil que respondamos a las decepciones y los chascos envolviéndonos en plástico de burbujas y evitando situaciones peligrosas y arriesgadas. Pero como nos acercamos al equinoccio, es hora de que sueltes a la exploradora, la aventurera, la rebelde que se oculta dentro de ti y le des la libertad que necesita para correr un riesgo calculado. Cuanto más valiente puedas ser, más elevadas serán tus posibilidades de éxito.