Todos sabemos que “¿cómo estás?” no es una pregunta de verdad. Forma parte de un antiguo ritual social, en el que debemos responder diciendo “bien, gracias”, independientemente de cómo nos sintamos realmente. Después debemos devolver la pregunta – tanto si nos importa la respuesta como si no. Lo malo de esto es que podemos acabar mintiéndonos a nosotros mismos, y a los demás, al decir que estamos “bien”, aun cuando no lo estemos. La única manera de hacer un progreso real hoy, es admitiendo cómo te sientes de verdad. Sé sincera. No se puede pedir más.