Lo que en el fondo causa el caos y la confusión es únicamente uno de estos dos factores: el miedo o el entusiasmo. La falta – o el exceso – de uno de ellos puede dar al traste con el equilibrio emocional. Cuando tememos las consecuencias de decir la verdad, nos comunicamos con medias verdades dichas entre dientes, que nunca podrán transmitir fielmente lo que pensamos o sentimos. Cuando creemos incondicionalmente en la veracidad de nuestro argumento, decimos lo que haga falta para que se entienda. Tu trabajo hoy es ser la voz de la moderación.