Tendemos a no valorar nuestros talentos y habilidades. Cuando tenemos facilidad para hacer algo, subestimamos su valor. Pasamos fácilmente por alto las ventajas que trae y lo que hemos ganado al emplear esa habilidad en nuestra vida. Lo mismo puede decirse de nuestras inclinaciones emocionales. Cuando tenemos una tendencia natural a hacer las cosas de determinada manera, lo dejamos traslucir más veces de las que nos damos cuenta. No eres consciente de lo a menudo que manifiestas amabilidad y deseo de ayudar a los demás. Hay una muy merecida recompensa en camino.