Imagínate por un momento que estás perdida en medio del Sáhara. Mires en la dirección que mires, no hay más que dunas de arena. Eres incapaz de orientarte y tienes la garganta reseca. Y entonces lo ves, apareciendo entre la bruma: un centelleante lago de agua fresca rodeado de un frondoso vergel. “¡De eso nada!” – piensas. “Reconozco un espejismo cuando lo veo”. Y allá vas, dejando escapar la oportunidad de recuperarte en el oasis. Este fin de semana tienes que aprovechar la oportunidad que se presente, por ilusoria que pueda parecer.