Cuando, en un futuro lejano, hayamos aprendido a modificar genéticamente a los humanos ¿quién decidirá qué “mejora” es preferible incluir o qué “imperfección” dañina hay que eliminar? Cada uno de nuestros defectos y particularidades son una parte vital de quienes somos. Sin ellos, seríamos autómatas, copias exactas de un ideal aburrido y sin vida. El equinoccio te insta a ignorar al crítico que hay en tu cabeza y abrazar tus talentos únicos. Lo que consideras que son “problemas”, se desvanecerán en el momento en que dejes de pensar en ellos como tales.