Si alguna vez la policía llama a nuestra puerta, ¿por qué somos presas del pánico? “¿Qué habré hecho? ¿Habré cometido algún delito sin darme cuenta?” Nos acordamos de nuestras pequeñas fechorías y sentimos un gran alivio cuando queda claro que, de hecho, sólo quieren encontrar a otra persona para hablar con ella de alguna cosa. Es interesante que, a pesar de que vivimos según el principio de “inocente hasta que se demuestre lo contrario”, muchas veces nos consideremos “culpables hasta que se demuestre lo contrario”. Hoy no tienes nada de lo que avergonzarte.