Los niños llevan jugando al “tula” (tu la llevas, el pilla-pilla) desde siempre. ¿Te acuerdas de la mezcla de emoción y miedo que sentías cuando corrías a toda velocidad para evitar que quién “la ligaba” te atrapase? Como en un baile, te movías en una dirección y él (o ella) reproducía tus acciones. De adultos hacemos lo mismo con nuestras preocupaciones. Ellas corren detrás de nosotros, luego nosotros corremos detrás de ellas. Pero esta vez no hay motivos para escapar. Te has puesto al día con algo que habías estado evitando. Ahora puedes ganar la batalla.