Cuando estamos hambrientos, nuestros niveles de azúcar caen y nos volvemos gruñones e irritables. Lo mismo es cierto cuando intentamos funcionar sin haber dormido bien. La diferencia está en que comer puede ser una experiencia placentera, mientras que dormir es más bien una necesidad. Después de todo, ¿cómo podemos disfrutar de algo de lo que no somos plenamente conscientes? Aférrate a ese pensamiento mientras algo importante empieza a desarrollarse en tu mundo. Lo que pasa es que no eres totalmente consciente de ello. Si hoy pones tu fe en ti misma, todo saldrá bien.