Nuestras acciones tienen consecuencias. Lo sabemos. Pero todavía hay ocasiones en las que nos gusta esconder la cabeza bajo el ala y fingir que no es así. Nos decimos que nos ocuparemos de los problemas según vayan surgiendo. ¿Por qué abordar hoy una dificultad, cuando tenemos una eternidad de mañanas? Este es el punto en el que tenemos que recordarnos a nosotros mismos la vieja máxima de que, “el mañana nunca llega”. Excepto, por supuesto, que sí lo hace. Enfréntate hoy a una decisión difícil y mañana te agradecerás haberlo hecho.