Imagínate por un momento que estás aprendiendo a conducir. Tu instructor te dice que te sientes, te señala el acelerador y el volante. Luego te explica cómo funcionan: con cuánta presión hay que pisar el pedal, cómo se gira el volante. Justo cuando está a punto de llegar a la parte de la lección en la que pones en práctica lo aprendido, se acaba el tiempo. Un par de días más tarde, sintiéndote confiada de que sabes lo que hace falta saber, decides salir a dar una vuelta. Pero no tienes las habilidades que necesitas. Hoy ten paciencia.
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