Corregir un error no es tan difícil como pensamos. Lo que resulta mucho más difícil, ¡es decidir qué está bien y qué está mal! Tendemos a juzgar las cosas en un instante. Se nos da bien evaluar a los demás en un abrir y cerrar de ojos. También apuntamos nuestras facultades críticas hacia nosotros mismos – conocemos nuestros defectos. Ya que ponemos el listón tan alto no es de extrañar que acabemos ignorando las cosas de las que deberíamos ocuparnos y rechazando los consejos que sería prudente que aceptemos. Hoy puedes averiguar qué es lo que está mal – y luego comenzar a corregirlo.