Es un mundo libre. Si decides pasarte el día haciendo hincapié en lo que podría salir mal, nadie te lo va a impedir. No hay leyes que nos prohíban dejar que el pánico se apodere de nosotros. Aunque tal vez debería haberlas. Tal vez los políticos podrían hacer algo verdaderamente productivo y declarar ilegales los pensamientos negativos. Pero, en lugar de perder más tiempo esperando a que otra persona impida que lo veas todo negro, ¿por qué no te haces, este fin de semana, la promesa de confiar en tu futuro? Valdrá la pena.