A pesar de que es posible domesticar a un león, nunca podríamos estar completamente relajados en presencia de uno. Un león siempre será un león. Lo mismo pasa con el destino… es imposible controlarlo. Podría ser que uno de los papeles del destino sea dejar que pensemos que tenemos algún control sobre él. Sin embargo, al igual que el león, siempre conservará la capacidad de pillarnos por sorpresa. No pierdas ni una gota más de energía tratando de imponer el control sobre lo incontrolable. Hay tiempo de sobra para que te eches atrás con elegancia de una batalla que nunca vas a ganar.